En mi anterior post trataba sobre la difícil cohesión en los equipos de baloncesto profesional (Liga Endesa), a tenor de la confección de las plantillas, con muchos cambios de jugadores año tras año, y con muy pocos jugadores nacionales o «de casa», con quienes los aficionados les es más fácil identificarse.
En el fútbol profesional estos hechos se dan en menor medida y no afectan tanto a la construcción de equipo ni a la identificación con los aficionados. Es de justicia destacar al Athlétic de Bilbao como número uno indiscutible de los clubes con una filosofía de fichajes que cuida el sentimiento identitario de los jugadores. Pero aparte de este factor, en el fútbol de élite español existen algunas normas que sí dificultan y mucho la construcción del equipo y su cohesión: los plazos del mercado de verano (y también la apertura de mercado en invierno).
La Liga de Futbol profesional (Liga BBVA o 1ª división en España), en su temporada 2019-20, empezó el 18 de Agosto, y el plazo para poder fichar en el mercado de verano finalizó el 2 se Septiembre. Este hecho provoca que haya jugadores que se incorporan cuando la competición lleva ya tres jornadas. Pero lo peor no es esto. El mayor inconveniente es que el trabajo realizado en pretemporada dedicado a la construcción de equipo puede no servir ante el nuevo panorama fruto de las incorporaciones últimas, o incluso ser contraproducente.
En pretemporada, cuando se construye el equipo, se establecen los roles que los jugadores deben cumplir, tanto por su función táctica (en primera instancia), como por los minutos de juego que el entrenador previsiblemente les va a conceder, en función de su nivel (en relación a los compañeros de su misma posición), o en función de la distribución de posiciones derivadas del esquema de juego escogido. Quien juega de qué, quien juega de titular y quien de suplente, qué portero juega qué competición, etc.
Para una buena cohesión, es muy importante que cada jugador tenga claro su rol, lo acepte, y lo cumpla. Es absolutamente recomendable pues que el entrenador de la información más clara posible a sus jugadores, para que estos no tengan ninguna duda acerca de lo que se espera de ellos. Solo habiendo informado bien el rol, podemos buscar la aceptación de los jugadores.
La aceptación de rol no es un proceso fácil, y menos en equipos plagados de estrellas, porque lo que quiere el míster puede ser diferente a lo que desea el jugador. Que el jugador acepte su rol por convencimiento (porque cree que es bueno para él y/o para el equipo) es muy positivo. Pero muchas veces el entrenador deberá recurrir al «imperativo legal», o lo que es lo mismo, «porque es lo que te toca hacer si quieres estar en este equipo«.
Sea como sea, si durante la pretemporada se ha realizado todo este trabajo, con los fichajes de última hora pueden cambiar las cosas, y mucho, dificultando la cohesión del equipo.
Vayamos al ejemplo fácil, de sobras conocido… Verano 2019-20. Al final, el culebrón Neymar ha quedado en nada… al menos de momento. Pero imaginémonos que las negociaciones hubieran tenido éxito… ¿Qué hubiese pasado entonces con Griezmann? (otro rutilante fichaje de este verano y reubicado a la banda izquierda porque la derecha tiene un dueño y señor llamado Messi). Pues que de pasar a titular pero con un rol diferente al suyo, hubiese pasado a suplente de Suárez. El Barça tendría a una estrella cabreada en el banquillo (habiendo pagado una fortuna por él), y el trabajo de construcción del equipo llevado a cabo en pretemporada y en las primeras jornadas, desaprovechado.
Siguiendo con el ejemplo, si Neymar hubiese llegado al Barça, seguramente habría sido a cambio de mucho dinero más algunos jugadores o muy buenos o muy prometedores; se hablaba de Rakitic y Dembélé. O sea que aparte de reconfigurar la delantera, el Barça tendría que reconfigurar su centro del campo, prescindiendo de un jugador muy solvente (Rákitic) y que había conseguido conectar muy bien con la afición, y en consecuencia, reubicando a otros, cambiándoles quizás también su rol previamente asignado.
¿Cómo solucionar esto? Todo pasa por los directores deportivos o secretarios técnicos (y también por directivos o presidentes que se entrometen). Quien sea que mande sobre los fichajes, pueden decidir cuando dan por terminada la confección de la plantilla. Si la plantilla empieza la pretemporada a finales de julio, esa fecha podría ser el límite auto-impuesto y no cuando se cierre de mercado. Aparte, pueden decidir fichar en base a criterios de necesidad (y no de marketing, o por presiones de los «amiguetes» entre la plantilla).
Gasto en fichajes durante el mercado de verano al inicio de la Liga 2019-20.
Antes hablábamos de la filosofía del Athletic de Bilbao con los fichajes. Aparte de la identificación de los jugadores con el club, y de los aficionados con los jugadores, si encima hay pocos cambios de jugadores de año en año, la cohesión por roles (es decir: todos tienen claro su rol, lo aceptan y lo cumplen) será mucho más fácil. A menos mercado, menos confusión.
Pero este caso es una excepción. La realidad es que la mayoría de clubes buscan ajustar las plantillas aprovechando hasta el límite los plazos del mercado. No seamos ilusos; seguramente tienen razones poderosas para hacerlo, más allá de los deseos del entrenador. Pero ante esta realidad, que complica la construcción de equipo y la cohesión, ¿qué medidas se toman? ¿Cuentan los equipos con algún especialista en team building que asesore al entrenador sobre las acciones a realizar para prevenir o corregir los efectos de los cambios de jugadores y de roles con la temporada en marcha? Por el momento, la figura del psicólogo del deporte, que es el profesional indicado para estas funciones, no es una figura que esté presente de forma consistente en los staff técnicos.
Los equipos grandes al fin y al cabo compran talento, pero ¿y los modestos? ¿Tienen en cuenta los beneficios de salir a competir con un equipo ya cohesionado? El Athletic sí lo tiene claro (en la tercera jornada va segundo en la clasificación, habiendo ganado al Barça en la primera jornada). Para los que no, les aconsejaría que al menos contasen con un profesional que les ayude a ordenar la confusión entre sus jugadores, provocada por el mercadeo de los secretarios técnicos y directivos.
por Joan Vives Ribó
Psicólogo del deporte
Autor del libro «Entrenando al entrenador…«